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El ego, tu peor enemigo

Hace un mes atrás tenía unas inquietudes sobre un tema con el que estaba trabajando. Me disponía a mostrarle a mi esposa un video en YouTube relacionado al mismo, ella estaba atendiendo a nuestra hija en el cuarto y se prolongó un poco. Increíblemente el video terminó y pasó al próximo, yo solo me quedé mirando el televisor, cuando comenzó una película que me pareció interesante y la dejé para verla.

 

Fue una experiencia increíble, no pude despegarme de la película, no era drama, acción, mucho menos terror. Resultó ser que era una película de reflexión, la realidad fue que cuando llegó mi esposa, me olvidé totalmente del otro video y le dije, “Mira esto qué interesante”, porque de inme- diato la película tomó un giro sobre el tema del ego. Estábamos viendo nada más y nada menos que una película escrita por el Dr. Wayne Dyer llamada “The Shift”, que traducida al español significa “El cambio”, en la que el mismo Dr. Dyer hace su papel. Había oído de su trabajo en conversaciones, pero nunca me detuve a estudiarlo.


El Dr. Wayne Dyer es un famoso escritor en el mundo del crecimiento personal, ha escrito libros tan conocidos como Tus zonas erróneas, Construye tu destino o el inigualable El poder de la intención, también es un orador excepcional, ha realizado y sigue realizando seminarios que fomentan el desarrollo personal, llegando a millones de personas. Así que ahí estábamos, mi esposa y yo oyendo una parte en la que él comienza a hablar sobre un tema muy profundo pero de forma sencilla. Me pareció tan interesante e impactante la perspectiva de su diálogo, que aquí les muestro un resumen textual de sus palabras. En esta escena de la película él está sentado hablando a una cámara en una especie de entrevista.


Escena del Dr. Wayne Dyer en la película
“The Shift”


Una de las formas de entender cómo encontrar tu objetivo de la vida es regresar a la naturaleza y encontrar la tuya propia. Hace unos años escribí un libro llamado “Cambia tus pensamientos, cambia tu vida” basado en las antiguas enseñanzas de Lao Tzu y su libro llamado “Tao Te ching”.


Lao Tzu nos recuerda que todo ser se origina del no ser. Jesús lo expresó en el Nuevo Testamento, es el espíritu lo que da la vida. No provienes realmente de tus padres, todos nosotros provenimos de ese lugar llamado espíritu. Todos cuando llegamos al mundo lo hacemos a partir de una gota diminuta de protoplasma humano. De una pequeña partícula, todo en las antiguas enseñanzas de Lao Tzu y su libro llamado “Tao Te ching”. Lao Tzu nos recuerda que todo ser se origina del no ser. Jesús lo expresó en el Nuevo Testamento, es el espíritu lo que da la vida. No provienes realmente de tus padres, todos nosotros provenimos de ese lugar llamado espíritu. Todos cuando llegamos al mundo lo hacemos a partir de una gota diminuta de protoplasma humano. De una pequeña partícula, todo lo que había en aquella diminuta partícula se convirtió en ti, todo lo que necesitabas estaba en aquella pequeña partícula.


Una de las metáforas que siempre utilizo es que durante los nueve primeros meses de vida desde el momento de la concepción hasta el momento del nacimiento lo han hecho todo por ti, no has tenido que hacer nada. No te preocupa qué color van a tener tus ojos ni qué aspecto tendrá tu cuerpo; es algo que no dependerá de ti, te rindes ante ello. No es ninguna barbaridad plantearse que si todo lo necesario para el viaje físico ya estaba contenido ahí, por qué no también todo lo necesario para el resto del viaje. Todos tus propósitos están ahí, todo lo que eres, tu personalidad está ahí, todo lo que puedes llegar a ser, no solo lo físico si no todo el resto, si eres capaz de abrirte y lo permites. Finalmente nacemos y como padres miramos a esa pequeña criatura, yo tengo 8 hijos y lo he visto muchas veces, y miras a ese bebé tan chiquitito y solo se te ocurre decir: “Buen trabajo, Dios, buen trabajo”. No podría ser mejor.

Ahora nos ocuparemos nosotros. Nos rodea mucha gente, nuestra familia, nuestra cultura y donde vayamos empiezan a decirnos que no podemos confiar en quienes somos. Tenemos que confiar en algo exterior a nuestra persona y hacemos un viaje hacia la ambición. Desde que decimos “ahora nos ocuparemos nosotros” le estás dando un matiz, estás tomando esa perfección y estás expulsando al creador, estamos echando a Dios fuera (Edge God Out) y ahí aparece el ego. El ego es la parte de nosotros que empieza a decirnos que quienes somos no es esta creación perfecta y divina, esta parte de Dios de la que viniste. No dice eso, nos dice: “eres lo que tienes”, es el primer aspecto del ego.

 

Empiezas con cosas como los juguetes, luego nuestras cuentas bancarias, y luego las posesiones que tenemos. Antes de que nos demos cuenta, comenzamos a identificarnos a base de nuestras posesiones. Empezamos a tener un grupo de creencias que te dicen: “Mientras más tengas, más valor tendré como persona”. Y así pasamos nuestras vidas, tomando a estos niños y sumergiéndolos en una cultura que enfatiza en el MÁS. Se vuelve casi un mantra del ego. Debes tener más. Y mientras más tengas, más consciente estás acerca de cómo otras personas están tratando de quitártelo. Te sientes consumido: “¿Cómo lo protejo? y ¿Cómo hago más?”. El dilema aquí es que, si eres lo que tienes, y las cosas en algún momento desaparecen, entonces tú también desapareces en el proceso.


El segundo aspecto del ego es la idea de: “no soy solo lo que tengo, también soy lo que hago” y “lo que hago” se vuelve en esta cosa llamada logro. En todo este mundo de creer que soy lo que hago, nos consumimos con toda esta idea de mi éxito, mi valor, mi mérito como ser humano, se basa en cuánto puedo lograr. Así que debo hacer más dinero, conseguir un ascenso, competir con todos los que están tratando de obtener lo que tengo.


Un tercer aspecto es la idea de: “Soy lo que otras personas piensan de mí, yo soy mi reputación”. Esto es particularmente relevante para los jóvenes, a quienes se les enseña que deben vestirse de la forma en que otros piensan; que si los demás no te quieren, hay algo malo en ti. A las mujeres se les enseña frecuentemente en nuestra cultura, que la única forma de sentirse realizada, es por cómo se relacionan con su familia, como hija, como madre, como abuela. En realidad muchas mujeres sienten que muy dentro de ellas tienen un llamado, para lograr algo más grande y hacer una contribución a la sociedad. Muchas veces lo dejan de lado, así que aliento a las mujeres a pensar que no ignoren ese llamada dentro de ustedes, no ignoren esa parte de ustedes que dice: “Vinieron aquí a crear algo poderoso, y tienen tanta influencia y tanto derecho a hacerlo, como cualquier otra persona”.

Nos movemos luego, a la última parte del ego, que nos habla de algo llamado separación y el ego tiene un sistema de creencias muy fuerte, en el que quién soy yo está separado de todo los demás, y luego otro componente del ego nos enseña, que también estoy separado de todo lo que me falta en mi vida, y de todas las cosas que me gustaría tener y finalmente, el ego nos enseña el error más escandaloso, nos enseña que estamos separados de Dios. Uno de los conceptos simples que aprendes en el atardecer de tu vida, cuando cambias hacia la etapa que tiene significado en tu vida, es el darte cuenta de que vienes de una fuente. Podemos llamarla Dios, llamarlo Tao. No importa cómo la llamamos, esta fuente está en todos lados. No hay un lugar en donde no esté. Todo viene a esta fuente. Entonces debe estar en mí, si no hay un lugar en el que no esté. Si sabes eso, y aplicas esa realidad con todo lo que te está faltando que te gustaría tener, ya estás conectado en espíritu. Al movernos hacia el atardecer de nuestras vidas (la vejez) llevamos los mismos patrones del ego que aprendimos en la mañana de nuestra vida (cuando éramos jóvenes), las cuales eran todas sobre competición, ganar, ser mejor que todos los demás. Tratamos de aplicar estos mismos ideales al atardecer de nuestras vidas, al envejecer. Lo que sucede es que terminamos viviendo una mentira, porque lo que era cierto en la mañana a la noche se ha vuelto una mentira. (Termina la escena)


Después de ver esta película tengo que admitir que me afectó positivamente. Si reflexionamos en esta escena y el contenido de sus palabras, el ego establece quiénes somos como ser humano, intenta hacerte creer que estás separado de lo más divino, de la fuente que te ha creado que es Dios y ¿cómo puedes estar separado de algo que te ha creado? Debemos ser lo mismo de aquello de dónde venimos, y si venimos de una creación que es espíritu, entonces eso, somos, espíritu. Todos tenemos un alma, una parte divina en nosotros Einstein dijo: “Todo lo que quiero saber es cómo piensa Dios y pensar como Dios piensa”. Y ¿cómo Dios o nuestra fuente piensa? Pues sabemos que Dios es amor, por tal razón debemos convertirnos en amor. Es la clave para deshacernos del ego.


Amor es la solución:


Lo primero es amar a nuestro creador, luego amarnos a nosotros mismos, para poder amar a los demás. Amar la tierra que es nuestro hogar, el aire, la lluvia, el agua. Esto permite que vivamos en un planeta saludable porque jamás le harás daño a lo que amas. Amar nuestros hijos, aceptando la esencia de cada uno por individual. Amar a nuestros compañeros, o sea, a nuestras esposas o esposos con integridad. Cuando se ama, no existe la deslealtad. Amar lo que tienes no importa lo poco que sea; aún cuando no tengas n ada, siempre tenemos algo por lo que dar gracias. Esto podría ser nuestro cuerpo, nuestra respiración. Da gracias por quien ha estado a tu lado y ama a quien te dio la espalda, aún el que te maltrató. Este nivel de amar es uno más alto, más elevado, más trabajado, pues aún el amor hay que trabajarlo y desarrollarlo. Hay un dicho que dice: “No hay amor sin sacrificio”.

 

“No hay amor sin sacrificio, ni sacrificio que valga si no se hace con amor”.


¿Qué estás dispuesto a sacrificar? Porque si decides no sacrificar nada por algo que deseas, busca en tu interior, pues podría ser que en realidad no sea amor lo que estás sintiendo, incluyéndote a ti mismo. Sin amor no hay pasión, sin amor no hay comprensión y sin amor no hay felicidad. Del amor surge la humildad y la humildad es una de las cualidades mayores, es el estado óptimo del ser humano, se dice que es hasta un don divino. Cuando sientes humildad no eres capaz de herir, de maltratar, de insultar a nadie, creyéndote que te lo sabes todo. Cuando amamos y somos humildes no criticamos, la crítica es la herramienta perfecta para crear resentimiento, es una carga que pones sobre el corazón de otra persona que no está preparada espiritualmente para recibir la crítica. Y aunque esté espiritualmente preparada, la infracción la estás cometiendo tú. Y esa energía se revertirá hacia ti para que a través del sufrimiento puedas reflexionar al punto en el cual en un momento de luz llegue el entendimiento y veas el daño que ocasionas. Entonces, en ese estado de conciencia en el que ya puedes ver el sufrimiento que ocasionas con tus acciones, te das cuenta que ahora eres tú que sufres
si cometes esa falta, y es cuando surge el cambio de ser una persona densa a un ser de luz.


La humildad es reverente, es caballerosa, es delicada, no es pretenciosa y te permite ganarte el perdón de tu creador. El que se humilla acepta sus errores, Jesús decía que el humillado será ensalzado y el que se ensalza será humillado. Cuando hay amor y humildad podemos alcanzar ese estado de dar, de ofrecer, dejamos nuestros propios deseos de egoísmo a un lado. Con esto vamos destruyendo al ego y elevándonos en una vibración positiva. Entonces vibramos a la misma frecuencia de nuestro creador convirtiéndonos en uno con Él. Y si somos uno con Él, ya estamos preparados para recibir de Él un nuevo vestido físico, sea de materia o transluciente, es el galardón a un nuevo nivel, una nueva dimensión, es el espíritu el que da vida.

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