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La biología de la creencia reside en las células

La palabra biología está formada por dos vocablos griegos: bios (“vida”) y logos (“estudio”). Se trata de una ciencia natural que se dedica a analizar las propiedades y las características de los organismos vivos, centrándose en su origen y en su desarrollo

POR muchos años, inclusive actualmente, la mayoría de los doctores nos han dicho que nuestras enfermedades son a causa de los genes. En otras palabras, hemos heredado las enfermedades, así que la contestación de quien nosotros conocemos como la autoridad máxima es que tenemos que vivir con eso: “Que esa enfermedad es incurable”, “que lamentablemente tenemos que acostumbrarnos”. La base de esta afirmación médica son los genes porque ellos son los que mandan, y nada se puede hacer. En los libros así como en las facultades medicas más prestigiosas de la nación americana, eso es lo que se les enseña a los médicos. Por lo que de nada vale señalarle a un médico lo contrario, porque ellos solo aprendieron lo que les enseñaron.

Así que a ellos les enseñan que los genes son los que mandan, que programan nuestras características, nuestro comportamiento, los que abren y cierran las puertas de la salud de cada individuo. Si tienes diabetes, si tienes cáncer, si tienes problemas del corazón, lo heredaste; ahora tienes que sufrirlo. Eso se conoce como victimización inmediata al diagnóstico: soy víctima de mis genes. Es una de las razones por las cuales un gran porcentaje de las personas que son diagnosticadas con enfermedades catastróficas, tan pronto lo saben, su enfermedad avanza, pues no hay esperanzas o alternativas para sanar completamente la enfermedad. Así que lo aceptan y se convierte en una creencia indudable. Las células lo interpretan de esa forma y el sistema, por definición, entiende que no hay razón para luchar si el resultado será el mismo: sufrir y morir.

 

Pero hace unos años me tropecé en Internet con el Dr. Bruce Lipton, quien es biólogo, fue profesor de la escuela de Medicina y un investigador científico que desde hace más de 48 años ha estudiado en detalle los mecanismos con los cuales las células reciben y procesan información. Los resultados de su investigación en el campo de la genética cambian radicalmente nuestro entendimiento de la vida misma. Nos muestra, en forma contundente y científica, que los genes y el ADN no controlan nuestra biología, demostrando que el verdadero control y destino de esta depende de las señales externas del medioambiente, incluida la energía emanada por nuestros pensamientos positivos y negativos.
 

Uno de los trabajos más importantes del Dr. Lipton fue entender el mecanismo de las células. Él explica que cada día mueren 100 billones de células en nuestro cuerpo y nacen 100 billones más. Esto es posible porque tenemos células embrionarias, es decir, células madre (en ingles se conocen como stem cells). Ellas se encargan de que puedan nacer 100 billones de células todos los días.


Observando esto, el Dr. Lipton tomó una célula madre y la puso en una placa de Petri y observó que en 7 días ya había 15,000 células, las cuales salieron de una sola célula. Por tal razón, todas son idénticas. Así que dijo: “Bueno, voy a dividir estas 15,000 células en tres grupos diferentes, solo que voy a cambiar el medioambiente dentro de la placa del Petri. Así lo hizo, cambió la composición del fluido donde las células se desarrollaban. Sorpresivamente, el Dr. Lipton observó que en el primer Petri las células desarrollaron tejido muscular, en el segundo Petri las células desarrollaron hueso y en la tercera desarrollaron grasa. Cuando él observó esto, se sorprendió y se preguntó: “Bueno, entonces, ¿qué controla la fe de la célula, qué es lo que hace que unas desarrollen huesos y otras, grasas?, etc. Son idénticas, eso quiere decir que los genes son idénticos y tienen la misma configuración de ADN. ¿Qué hace que se desarrollen diferente? Así que no fueron los genes los que tomaron la decisión; fueron las mismas células, y la razón que encontró fue el medioambiente en el que estaban. Ese es uno de los descubrimientos más profundos, en el que se reescribe la biología celular.


LA BIOLOGÍA DE LA CÉLULA ES UN COMPLEMENTO DEL MEDIOAMNBIENTE DONDE LA CÉLULA VIVE.


Esto es profundo, porque lo que esto significa es que las familias, en su modo de vivir, de hablar, de visualizar las cosas, crean un medioambiente que hace a las células actuar cónsonamente hacia la misma dirección. Es como si las células de una familia vibraran en una misma nota musical. Por tal razón, cuando criamos a un niño, él observa a los padres tener una conducta, y esa conducta es aprendida por el niño. Es una resonancia, una vibración que se adsorbe en las células y llega hasta el corazón. Lo increíble es que en un estudio científico siguieron la fe de las células en niños adoptados, y encontraron que de adultos desarrollaron las mismas enfermedades que tenían las familias que los adoptaron, idénticamente en la misma proporción, como si fueran hijos de sangre. Así que, a base de la investigación científica, encontraron que solo el 1 % de las enfermedades pueden relacionarse con los genes. Cosa que no se habla ni se conoce dentro de nuestra sociedad, incluidos los mismos galenos.


Dice el Dr. Bruce Lipton: “Cuando era profesor en la universidad, pude ver estudiantes con el deseo de salvar el mundo, pero lamentablemente fueron programándolos y programándolos sin ninguna libertad de pensamiento propio. De hecho, a los estudiantes nunca se les incita a pensar, solo a recordar, porque cuando enseñas en la escuela de Medicina, todo tiene que ser prácticamente sólido, como el concreto.


La epigenética (del griego epi,en o sobre, y genética) hace referencia al estudio de los factores genéticos que son determinados por el ambiente celular en lugar de por la herencia.


Ahora, la nueva ciencia ha dictado una nueva realidad genética llamada epigenética, claramente porque ahora sabemos que la genética
es controlada desde el medioambiente. Epi significa “sobre”; hace referencia al estudio de los factores genéticos que son determinados por el ambiente celular en lugar de la herencia. Lo que esto significa es que nosotros controlamos los genes porque podemos decidir en qué medioambiente vivimos. Ahora bien, la pregunta es ¿cuáles son los diferentes elementos que pueden cambiar tu medioambiente y afectar tu salud? Son muchos y en cada familia son diferentes. Vamos a mencionar algunos de los que sufren la mayoría de las personas. Para mí, los tóxicos representan el peligro más grande. El problema es que existen tantos tóxicos que las personas están acostumbradas a ellos y que, inclusive, los necesitan para sentirse felices.

Tóxicos

1. Toxinas en las comidas, como colorantes, herbicidas, GMO, comidas genéticamente alteradas


2. Metales pesados, como el mercurio en los dientes por las amalgamas


3. En el aire, por los camiones y la sobre congestión de autos, aviones, cenizas, polvo del Sahara, hongos, etc.…


4. En el agua, con el cloro, entre muchos otros químicos, para desintoxicarla


5. En productos de belleza y pastas de diente, como el fluoruro extremadamente tóxico para la glándula pineal

Por último, pero no menos importante, las energías y emociones tóxicas que desarrollamos y/o absorbemos de familiares, amigos o conocidos

 

Analiza tu medioambiente emocional


Si es un ambiente donde estás la mayor parte del tiempo expuesto a sentir mensajes de odio, donde hay envidia, rencor o preocupaciones económicas, debes saber que tus células están aprendiendo y absorbiendo eso. Esa energía, esa vibración se está programando en tus células que, a su vez, conforman tu ADN. Por otro lado, podría ser que estés rodeado de personas que hablan y demuestran vivir en amor, armonía, perdón, compasión, felicidad, agradecimiento, entre tantas otras alternativas positivas. Esta nueva realidad nos convierte, no en victimas de nuestros genes, sino en maestros de nuestros propios caminos. Solo que aún no lo sabemos, y la conciencia nos está tocando nuestra puerta. Es un nuevo despertar en el conocimiento del ser humano. Pero esto no termina aquí.
Una buena pregunta es ¿cómo las células se pueden intoxicar con nuestras emociones? Pues el Dr. Bruce Lipton nos ofrece una explicación simple y comprobada.


¿Dónde viven nuestras células?


Bueno, ¿de dónde se alimentan nuestras células? ¿De dónde se nutren? La respuesta es de la sangre, donde están todos los elementos químicos que se forman cuando sentimos y pensamos. Por ejemplo: cuando estás mirando la persona que tú amas, estás vibrando en amor y tu cerebro envía una señal a las glándulas, que comienzan a segregar hormonas de felicidad llamadas dopamina, endorfinas y serotonina, y nos hacen sentir bien y saludables. Esos químicos van directo a la sangre y son absorbidos por las células, y son tus células las que navegan en ese mar positivo. Por eso, cuando estás enamorado, resplandeces, tus ojos brillan y te sientes que nada te puede detener. El amor promueve la salud física y emocional. Pero si abres los ojos y ves a un león hambriento, y te comienza a perseguir, y tú corres para escapar, ¿qué sucede químicamente en tu cerebro y en tu sangre?: segregas hormonas de estrés, cortisol y adrenalina. El subconsciente, entonces, dice: “Necesito toda la energía posible, voy a apagar todo aquello que este consumiendo energía”.


Y comienza a detener funciones necesarias para que puedas tener más energía y escapar del león. Detiene su sistema de digestión, detiene el proceso de reproducir 100 billones de células nuevas, detiene tu sistema inmune y si tienes o estás peleando con algún virus, ¿adivina qué?: él analiza lo que es más importante, si sanar el virus o salvarte del león. Por supuesto que tu subconsciente va a decidir salvarte del león y cierra también tu sistema inmune.

Por eso, muchas personas con vidas agitadas y problemas económicos, quienes están en continuo estrés, siempre están enfermas y un catarro puede durarles meses. Debemos saber que cuando es prolongado el exceso de estas hormonas en la sangre, estas inflaman las células y los músculos creando dolores musculares. No tan solo eso, el estrés fomenta y estimula el miedo, que a su vez te mantiene nervioso y ansioso.


Ahora bien, en nuestra sociedad moderna, con todas las situaciones por las que tenemos que pasar, incluidas las del país, nuestras células interpretan que estamos siendo perseguidos por un león las 24 horas del día, los 7 días de la semana, 365 días del año. Esto quiere decir que tu cerebro interpreta que necesitas adrenalina y cortisol todo el tiempo, y mantiene las glándulas adrenales trabajando en todo momento hasta que se fatigan. Eso se llama fatiga adrenal. Además, las células se inflaman y no pueden funcionar correctamente. Lo interesante del caso es que se ha demostrado que tú desarrollas una forma de ver las cosas y las interpretas de acuerdo con tus experiencias vividas desde que eras pequeño, y en muchas ocasiones, interpretas que hay una emergencia en situaciones en las que en realidad no la hay, saboteando tus posibilidades de ser una persona más feliz. La verdadera razón detrás de todo esto son las emociones atrapadas. No hay duda de que las emociones que atrapas cuando niño pueden definir tu adultez, pero no tan solo las tuyas, sino las emociones que atraparon a tu mamá y tu papá.


Fueron esas emociones y momentos difíciles en la vida de tus padres las que tallaron sus vidas, y esa experiencia te persigue y vas absorbiendo esas energías de tus padres, por lo que, cuando tengas hijos, de igual forma adsorberán las tuyas. Pero ¿será posible romper ese ciclo hereditario y crear niños sin estas ataduras emocionales? La contestación a esta pregunta es absolutamente sí, claro. Si todavía no te has casado, es importante remover todas estas emociones negativas que te definen y que tú sabes que te están atrasando. Si ya tuviste hijos, no es tarde, puedes remover tus emociones y tus hijos también, y experimentar lo que yo viví al deshacerme de mis emociones y liberar a mis padres de las suyas. Ha sido una de las experiencias más hermosas de mi vida: ver como vibramos en una frecuencia más alta y positiva. La vivencia de ver cómo, poco a poco, se han liberado de sus dolencias, ver cómo sonríen y cómo ahora hay una comprensión más profunda de las energías. Ahora todos vemos con claridad cómo nuestros mismos pensamientos se convirtieron en látigos despiadados que nos dejaron marcas profundas, porque azotábamos a muchos sin piedad y justificábamos nuestro pasado turbulento, por lo que al final nuestros hijos y las personas que nos aman pagaban las consecuencias. Solo por la única razón de estar cerca, ahora entendemos con una mayor conciencia que Dios siempre ha estado a nuestro lado. Nosotros, por otra parte, hemos estado demasiado ocupados para pedirle por revelación, muy entretenidos en cómo podemos resolver nuestros problemas cuando en realidad la acción correcta es pedir por dirección. Algo hermoso sucede cuando la humildad se apodera de nosotros y caemos rendidos de rodillas a clamar por ayuda; es algo casi mágico, es algo muy poderoso. Así me sucedió a mí, pedía y pedía y pedía por revelación. Clamaba a Dios pidiéndole: “Papá precioso, por amor a mi alma permíteme entender las enfermedades. Permíteme entender cómo se desarrollan para poder sanarme”. Y poco a poco, y a través de los años fui recibiendo esta hermosa información. He visto cómo en su momento se ha ido alineando más definidamente en mí una conciencia mayor, y ahora escribo este artículo con la necesidad en mi alma de que tú puedas absorber esta información y descubras que puedes autosanarte, que puedes sanarte entendiendo que si cambias tus células de medioambiente, comenzarán a generar salud. ¿Y cuál es ese medioambiente? Son tus pensamientos negativos y tu manera de ver la vida de una forma pesimista.


No sufras más y comienza ahora mismo a cambiar tu vida, para que te sanes, sanes a tu familia, sanes a tu casa y sanes a tu comunidad, y de comunidad en comunidad vamos sanando al planeta. La luz divina sea en ti. Mi deseo es que resplandezcas de amor y que puedas sentir en estas humildes palabras suficiente motivación para comenzar a cambiar. ¡Guíe el hermoso Creador tus pasos!

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