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El poder del pensamiento después del huracán

Todo es energía en nuestro universo. Lo único que no es energía es todo aquello que no existe. Así que un pensamiento, una emoción, una palabra de aliento, un abrazo, una expresión de odio o desprecio todas son manifestaciones de energías. Con la excepción de que cada manifestación tiene una energía diferente y cada una se puede dividir en positiva o negativa.

La energía del pensamiento negativo es una de las energías más poderosas, malas y que más daño hacen. Los pensamientos negativos son opacos, de bajas tonalidades, afectan adversamente al pensador y a todos aquellos a quienes van dirigidos y rodean al individuo que los emitió. Crean una atmósfera pesada, que entorpece su evolución ascensorial en todo orden, que con frecuencia la persona se hace adicta a esta forma de pensar y la vuelven en una persona desagradable. Su fisionomía se ve frecuentemente con una expresión amarga, que lo afea y aleja de sí los afectos de amor malinterpretándolos, convirtiéndose en una persona depresiva.

Por el contrario, los pensamientos positivos siembran en nuestro subconsciente un semillero maravilloso, con vibraciones luminosas, que salen primeramente de nuestro cuerpo mental y energético, dándole forma al cuerpo físico.  Estimula los sentidos positiva y físicamente, proporcionan: salud, belleza, energía, creatividad y estimula la abundancia de todo lo que se desee en frecuencia positiva: amor, buenas acciones, logros y dinero. La persona que piensa positivamente usualmente se le puede notar entusiasmada por todo, con buena disposición
Si analizamos y reflexionamos sobre esto, ¿es el pensamiento el que crea la energía, o son las circunstancias externas a nosotros las que nos impulsan a generar el pensamiento? Bueno, es como la famosa pregunta: ¿qué vino primero, el huevo o la gallina?  

Pues la contestación es que son ambas. En ocasiones, nuestro propio pensamiento nos hace crear energías y, en otras, las cosas que vemos o las que oímos cuando nos hablan provocan pensamiento positivo de amor o negativo de molestia o ira.
 
No obstante, existe un estado de balance que emana elocuencia y tranquilidad en el medio de la crisis. Esta pasiva y modulada energía proviene del centro del corazón donde el saber se une con el conocimiento, generando energías balanceadas en el medio del caos. Es como el famoso jugador de baloncesto Michell Jordan, cuando su equipo perdía y faltaban solo segundos para finalizar el partido. Todos le entregaban la bola, pues sabían que él tenía el temple y el control para ejecutar una buena jugada que les permitiera ganar el partido en medio de la presión colectiva.

No todos somos Jordan, por eso no todos pueden controlar sus pensamientos y sus emociones negativas en los momentos de tensión, como los que vivimos bajo el paso de los huracanes Irma y María. Aun así, es posible desarrollar estas cualidades para disfrutar de una tranquilidad y positivismo en medio de la tempestad.  

Permíteme explicarte cómo funciona el pensamiento. Resulta ser que El Creador decidió que nosotros pudiéramos sentir todo lo que pensamos. Por tal razón, si estás pensando algo triste, como la pérdida de un ser querido, comenzarás a sentir tristeza; esto significa que comienzas a vibrar en la frecuencia de tristeza. Si comienzas a pensar en algo divertido y alegre, como un viaje de vacaciones, comenzarás a sentirte alegre y vibrarás en esa frecuencia. Es igual con el sexo, al pensar en la persona que amas y en un momento de intimidad, comienzas a sentir esa frecuencia que va dominando y tomando tu cuerpo, llamada sensualidad.

Esto es posible debido a que cuando comienzas a pensar, en fracciones de segundos, el cerebro, conjuntamente con tus glándulas, genera millones de químicos que salen a la corriente sanguínea para formar emociones y puedas experimentarlas. Así que son estos químicos los que generan las emociones, dependiendo de cómo piensas y ves las cosas. Cada emoción tiene una formula única de químicos; por tal razón, la tristeza es diferente a la pena y la ira al odio. Ahora bien, ya sabes que tú decides la importancia que le darás a cada situación, y ya sabes que mientras más te enfoques en el suceso mayor emoción generaras y más te va a afectar.
 
El problema en realidad comienza a empeorar cuando esas emociones se atrapan en nuestro cuerpo y comienzan entonces a dominar nuestros pensamientos. Pues las emociones comienzan a vibrar y a manifestarse como si fueran entidades dentro de nosotros, pues toman control del momento y te van destruyendo sin tu darte cuenta.

Las emociones negativas atrapadas te harán ver cosas muy grandes que en realidad son pequeñas; por tal razón, te harán perder parte de la realidad.

En un estudio llevado a cabo, tomaron personas profundamente deprimidas y les mostraron las mismas cantidades de imágenes divididas en dos temas: unas eran de una boda y las otras de un funeral. Al día siguiente, los llevaron al laboratorio nuevamente y les preguntaron: ¿de cuál tema pasamos más imágenes, en el de la boda o en el del funeral?  El 90 % contestó que del funeral.  Por tal motivo, las emociones de tristeza y depresión hacen que no puedas ver parte de la realidad; así que la pregunta es, ¿cuánta realidad dejas de apreciar cuando estás bajo la influencia de una emoción negativa?

La contestación a esa pregunta es variable, pero para mí toma importancia el solo hecho de que internalicemos esta pregunta y que la próxima vez que estemos tristes y deprimidos podamos estar conscientes que estar en ese estado te hace perder parte de la realidad. ¿Quién en tu entorno está sufriendo esa consecuencia? ¿Cuánto pierdes al detenerte en estas emociones? ¿Cuánto amor? ¿Cuánto sacrificio otros hacen al estar a tu lado cuando estás así? Inclusive, ¿cuánto dinero pierdes?  
 
Tu energía se expande y comienza a vibrar hacia la frecuencia que tú decides enfocarte.

Partiendo de estas ideas, ¿que huracán sigue entrando a tu vida con frecuencia desolando todos los que alcanza? ¿Qué medidas puedes tomar para que jamás regrese? La contestación a esto es más sencilla de lo que piensas, porque ese huracán lo llevas dentro de ti. No está en ningún otro lugar que no sea dentro de tu propio ser. Por tanto, puedes vencer tus miedos si comienzas a entender las energías y cómo se convierten en emociones negativas y se atrapan.

LAS TORMENTERAS DE TU CORAZON

Muy pocas personas saben que el corazón puede crear un muro; así como lo oye. El Dr. Bradley Nelson descubrió El Código de la Emoción y muchos años después, a raíz de una experiencia con su esposa, también descubrió el muro del corazón. El muro en el corazón no es otra cosa que muchas emociones juntas, pegadas una de la otra, en el área del pecho y el corazón. Imagínate que una emoción negativa es como una esfera de energía negativa, así que muchas unidas son como un muro, un campo energético sobre nuestro pecho. Esta situación crea ansiedad, depresión y, por supuesto, el efecto de insensibilidad hacia la realidad que hablamos antes.

En nuestro planeta vivimos la ley del libre albedrío: tú decides qué pensar y qué energía vas a utilizar, si una positiva, que te hará ver y sentir las cosas de una forma más tranquila, o una negativa, llena de caos y miedo. Muchas personas a las que le encanta juzgar no saben que las personalidades de los individuos son moldeadas, dependiendo de las emociones que lleven dentro de su ser. La palabra personalidad significa la realidad de la persona, pues la persona actúa dependiendo de cómo visualiza las cosas; o sea, cuáles han sido sus experiencias o emociones que ha atrapado por la vida.

No es un secreto que todos sentimos miedos, solo que son diferentes para cada persona. Unos les temen a cosas físicas, como los lagartijos o las cucarachas, y otros a cosas intangibles, como el amor. Cada miedo es infundido por una energía, respaldada por un pensamiento.

Está comprobado científicamente que es posible remover las emociones negativas y vivir una vida libre de ataduras, de miedos e iras que nada componen en nuestra vida. No sufras más y toma control de tu vida. Enriquécete con conocimientos y aprende y llega a tu verdadera y poderosa esencia. ¡Si nunca lo habías oído, pues óyelo ahora: somos poderosos! ¡No porque nos creamos así, sino porque fuimos creados por quien puede hacerlo y decidió hacerlo… Dios!

Él nos diseñó para entregarnos lo mejor de él, nos dio un cuerpo para sentir, un cerebro para pensar y un corazón para elegir. El mayor y más precioso trabajo jamás hecho en el universo, y nos lo ha regalado por amor.

Descúbrete, lee, busca, inquiere, toca puertas, desecha lo malo y retén lo bueno. Recibe el próximo huracán acorazado de la esencia divina, con valentía y tranquilidad, sea físico o emocional.

La película que recomiendo en la página 8, en “Reflexión de una película”, es una excelente herramienta para complementarla con este artículo. Puede leer el libro El código de la Emoción para aprender a liberar sus emociones paso a paso. El mismo está a la venta online a través de Amazon o físicamente en nuestras oficinas. Nos puede llamar al 787-222-0557.

 

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