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De ataque de pánico a paz y libertad, mi experiencia personal

Aquellas personas que han padecido de ataque de pánico o ansiedad saben lo terrible que es esto. Yo lo conozco muy bien, pues lo sufrí personalmente, y, desde la primera vez que me sucedió, cambió mi vida por completo.

Permíteme contarte mi historia: una de las experiencias más terribles que jamás he pasado, pues no tan solo fue un ataque de pánico, sino que fue una situación que me costó más de $5,000 dólares.

Todo comenzó cuando viajaba y tomaba aviones para llegar a diferentes lugares en Estados Unidos. Desde muy joven me encantaba viajar. Para mí era muy emocionante, pues había unido, en mi mente, el progreso y el conocimiento con la aventura de viajar. Cuando era muy joven, oí hablar a un señor muy exitoso en el mundo de los negocios, cuando decía que para tener éxito había que viajar y aprender de otras culturas, ya que esto ayuda a expandir nuestra visión de mundo.

Yo nací y me crie en Jardines de Monte Hatillo, un residencial público en San Juan que para los años 70 y 80 era uno de los más activos en crímenes y asesinatos. Viajar era un imposible para mí. El entorno donde me levanté había influenciado mis sentidos, y estos eran de estrechez; no tan solo en lo económico sino también en la manera de pensar. Aun así, sentía dentro de mí la necesidad de hacer cosas diferentes, y soñaba escapándome con mis pensamientos y mis amigos imaginarios. Eran imágenes bien reales, parecía que de verdad había visitado muchos lugares.

Mi familia se mudó del residencial cuando yo tenía 12 años, recién acabado de graduar de 6to grado, en la escuela elemental de Jardines de Monte Hatillo.

Mi sueño siempre fue viajar, y así lo hice.
Gracias a Dios, trabajé desde temprana edad. Mis trabajos y amistades me llevaron a diferentes partes del mundo, como a Brasil, Argentina, Venezuela, New York, Miami y Los Ángeles, entre otros lugares. Así que, para mí, volar siempre había sido una experiencia emocionante, me ponía bien contento cada vez que me montaba en un avión.  

Lamentablemente eso fue cambiando a través del tiempo, debido a experiencias negativas que experimenté en diferentes vuelos, en los que llegué a pasar algunos sustos de turbulencia extrema y desperfectos de aviones. Para ese tiempo no entendía las energías ni sabía nada sobre las emociones. Fui otra víctima más del desconocimiento personal y colectivo, pues tanto en aquella época como en estos días (en pleno 2018) todavía los médicos no saben cómo bregar con los ataques de pánico, más allá de referirte a un psiquiatra o a un psicólogo.

Si has pasado por una experiencia similar, sabes que para esta condición solo existen medicamentos como el xanax y otros tantos que no resuelven la raíz del problema.

Así que para el año 2004 hice un viaje a Las Vegas, y cuando estábamos llegando comenzó una fuerte turbulencia. Recuerdo que me sentí muy mal, pues sentía una gran desesperación por salir del avión. No me percaté que aquel momento fue el que energéticamente desbordó mi copa emocional y cuando tomé el vuelo de regreso comencé a sentir lo mismo.

Recuerdo que nada más de pensar tomar ese vuelo me dio frío en el estómago y sentí una fuerte preocupación y ansiedad que me hacían difícil respirar.

De manera que cuando el avión comenzó a moverse hacia la pista, mi corazón latió fuertemente. Era algo que no podía controlar, sencillamente no estaba en mí. Comencé a sentir que tenía que bajarme inmediatamente del avión o sentía que iba a perder el control. Fue entonces cuando llamé a una de las azafatas del vuelo y le notifiqué lo que me estaba sucediendo.
Ella me preguntó entonces, “¿qué eres capaz de hacer si el vuelo continúa?” Yo le contesté que no sabía… Fue ahí cuando ella salió de prisa y se comunicó con el capitán y decidieron regresar a la puerta de abordaje para dejarme en tierra. Increíblemente, en ese viaje yo andaba con un grupo de amistades, y recuerdo, bien claro, que algunos se reían de lo que me estaba pasando y esto me avergonzó aún más.

Así que cuando bajé del avión, mi primera pregunta fue, ¿cómo rayos llego a Puerto Rico desde Las Vegas? Créanme… ahí fue que comenzó toda la odisea.

Tuve que preparar una agenda y un plan para regresar a Puerto Rico, sin tomar un avión. Me tomó casi un día y docenas de llamadas para coordinar el regreso. Así que lo primero que hice fue alquilar un auto, que me salió carísimo. Era un auto alquilado en Las Vegas para ser entregado en la Florida. Me tomó casi 4 días conducir toda esa ruta. Lógicamente, tuve que quedarme unas 3 noches en diferentes hoteles y la cantidad de gasolina que gasté fue ridícula, más de $300 dólares. Esto sin contar que guiaba más de 16 horas diarias. Mi meta era llegar a tiempo a Fort Lauderdale, Florida, donde salía un crucero de 7 días que su primera parada era Puerto Rico.

Así mismo como lo estás leyendo… Imagínate cómo me sentí en ese avión y el pánico horrible que viví, para gastar todo este dinero y tomarme la molestia de invertir 6 días en llegar a Puerto Rico, cuando en avión podía llegar a mi casa en unas 8 horas.

Llegué a Florida, entregué el carro, tomé un taxi (que también fue muy costoso) y llegué al muelle de Carnival Cruise. Compré dos pasajes a nada más y nada menos que $1,500 dólares cada uno. Lo triste fue que la primera parada en Puerto Rico sería en 2 días.

Tan pronto subí al crucero, recuerdo que me sentí aliviado. No me importó el dinero, pues estaba contento. Así que, aunque sabía que tenía que trabajar el doble para recuperarlo, no me importaba. Estaba dispuesto a hacerlo.  

Cuando el barco llegó a Puerto Rico, yo estaba en la proa izquierda, que miraba hacia el Morro, y comencé a llorar. Estaba orando y decía: “Dios, ¿qué me pasó?” Era una combinación de alegría, porque al fin ya había llegado, y una profunda tristeza, porque no pude vencer lo que sentía. Fue una sensación de derrota… Me sentía derrotado por el pánico. Es horrible, porque dudas de tu valentía y te afecta en todos los aspectos de la vida.

Reflexioné mucho… Esto me acompañó por un tiempo, y se agravó. El miedo me hizo su prisionero, al punto de no volver a tomar un avión por años. Fue hasta que me casé, cuando decidí volar para pasar mi luna de miel en Orlando, en el año 2009. Lo hice bajo efectos de medicamentos, como dicen, “empepa’o”. Aun así, fue una experiencia bonita, pues con fe y oración llegué y regresé bien.

Sabía dentro de mi corazón que no se sentía igual, había mucho miedo y preocupación, sentía una bola en el pecho y muchos dolores en los hombros y la espalda. Luego de eso se complicó la cosa con situaciones del corazón. Experimenté sucesos de fibrilación atrial, la cual me traté con más de 7 médicos y 4 especialistas, sin obtener buenos resultados.

Lloraba mucho, pidiéndole a Dios que me hiciera entender por qué estaba sintiendo todo eso. Recuerdo que dialogaba con Él largas horas... Había ocasiones que le preguntaba cosas muy íntimas. Recuerdo que le decía: “quiero tener la confianza de hablarte todo lo que siento, porque, mi amado Dios, tú conoces todos mis pensamientos”. Fue entonces que comencé a preguntarle, “¿cómo nacen las enfermedades? ¿Cómo se desarrollan? ¿Cómo fui desarrollando esto? ¿Cómo llegué a este punto?” Persistí en esas preguntas por varios años y, curiosamente, llegaba a mí mucha información de diferentes científicos que me iban dando la claridad sobre ello.

Masaro Emoto fue de los primeros que estudié, un extraordinario médico japonés que descubrió cómo la vibración emocional de tu intención es absorbida por el agua. Por ejemplo, sus estudios consistían en hablarle a un vaso de agua, al que le decía “amor”, luego tomaba una muestra de esa agua para mirar la molécula por un microscopio. Fue así como descubrió que formaba cristales de luz. Al contrario de cuando le decía “odio”, el agua formaba una imagen descompuesta, oscura.  

Todo era una lección de vida. Aprendí que somos entre 75 % a un 80 % agua, así que si nos hablamos negativamente la composición de nuestra agua cambia, creando nuestra vibración personal en una muy densa. Esto fue bien revelador para mí. De igual forma, estudié mucho sobre los campos electromagnéticos, porque todo me llevaba hacia esa dirección. Me comencé a sentir mejor, pero no estaba curado; no entendía todavía mi propio cuerpo.

Hasta que un día, viendo un video, recibí la contestación que andaba buscando en la película E-motion. Ahí conocí al Dr. Bradley Nelson, creador del código de la emoción. Lo busqué por internet y cuando comencé a leer sobre su trabajo y cómo los dolores podían desaparecer, al momento sentí en mi corazón, “esto es”.

Con él aprendí que las emociones son energías. De hecho, la palabra emoción se compone de la ‘e’ de energía y ‘moción’ de movimiento. Así que las emociones son eso, energías en movimiento. Así comprendí que son las emociones las responsables de hacernos sentir, y si sentías algo es porque desarrollaste una energía. Ellas se dividen en dos categorías: negativa o positiva. Así decidí estudiar esta hermosa carrera de practicante de las emociones del Código de la emoción y del cuerpo. Desde entonces ha sido mi pasión. Los testimonios que he vivido, tanto personales como de mis clientes, han sido impresionantes y han cambiado mi vida, y siguen cambiándola cada día.

Así que créeme cuando te digo que más del 90 % de los dolores son creados por emociones o energías atrapadas en el cuerpo físico. Pero, además de eso, nuestros comportamientos también son estimulados por las mismas emociones, así que podemos atrapar emociones de pánico en nuestro cuerpo, pues la emoción es una energía que vibra y se siente constantemente.

Luego, estudié al Dr. Joe Dispenza, uno de los neurocientíficos más reconocidos en la actualidad. Está comprobado que somos creados para sentir lo que pensamos, así que si pensamos en tristeza tenemos que sentirla, pues científicamente se descubrió que al pensar desarrollamos químicos que forman las emociones. Así que somos nosotros los que decidimos qué segregar al pensar y al experimentar una experiencia.

Junto con mi esposa, quien también se convirtió en terapeuta, fue que comencé a tratarme a mí mismo. Trabajé para removerme emociones de miedo, pánico y terror que tenía atrapadas en mi corazón. Estas estaban detonando y eran la verdadera causa detrás de la fibrilación atrial. Imagínate…

¿Qué cardiólogo o electrofisiólogo entenderá esto? No porque sean malas personas, sino porque sencillamente no fueron educados ni preparados para ver al corazón como una máquina que genera energías, la energía de las emociones: intangible al ojo humano. Si no las pueden ver porque está en tu imaginación, así que rapidito te mandan para el psiquiatra, de cabeza.

Al día de hoy, desde entonces, no he vuelto a sentir fibrilación atrial. Los médicos me quitaron todos los medicamentos y vivo una vida plena y saludable.

Es por tal razón que, aunque había viajado en avión, no había regresado a Las Vegas, cosa que hice este pasado mes de abril del 2018. Decidí volar a Los Ángeles y luego guie hasta Las Vegas en auto, pues me encanta ese viaje cruzando el desierto. Luego, salimos de Las Vegas hacia Puerto Rico y fue extraordinario, aun cuando estuvo el vuelo bien turbulento. Tengo que decir que fue uno de los viajes más emocionantes que he hecho.

Quiero que sepas que el pánico tiene cura y se comienza desarrollando más conciencia, entendiendo, sobre todo, que el miedo no existe. El miedo es una creación de tu mente, cuando no existe la suficiente conciencia. Todos debemos salir desde ese punto de ignorancia e ir aprendiendo de la vida y de otros. En realidad, es mi creencia que nuestro verdadero trabajo es descubrir y enseñar. Esa es la esencia de esta revista, por eso reconozco que nuestra conciencia es limitada, aun como seres, pues muy pocos, comparados con la cantidad de seres humanos en la tierra, están en esta búsqueda con conciencia.

Te quiero dar un ejemplo, porque yo decía, para justificar mi miedo, que prefería estar en tierra firme y una voz me dijo: “¿qué tierra firme, Habacuc?, si la tierra está flotando en el espacio”. Así que las creencias que tenemos limitadas, nos limitan, y las creencias van en acorde con la conciencia.

El conocimiento es luz… No podemos dominar lo que desconocemos y actuar sin conocimiento nos lleva al fracaso. [Si deseas, puedes ver el video que grabé en pleno vuelo. En este enlace, si estás viendo la revista virtual, solo haz click aquí.]

Esa es la piedra angular… Tal vez te preguntarás: pero, ¿qué conocimientos tengo que aprender para desaparecer el pánico? Pues conocer que tienes un subconsciente y un sanador interno, que puede sanarte al instante. Descubierto por la ciencia, y la humanidad todavía está dormida y no entiende lo poderoso que somos, pues hemos sido creados con esas potencias. Si deseas saber más, visita nuestra página www.vibracionpositiva.com. Ahí podrás ver terapias en que las personas se autosanan al momento, y mucho más. También tenemos artículos y programas informativos, que podrás disfrutar, de nuestra sección en KQ 93.7 con El Bebo Adames y Lara Tapia, todos los martes a las 8:30 am, una emisora de Florida. Puedes bajar la aplicación de la emisora gratuitamente.

Quiero que sepas que te puedes sanar. ¡Créelo! ¡Pídelo! ¡No te rindas! Leer abre las puertas del saber. Te recomiendo el libro El código de la emoción, del Dr. Bradley Nelson. ¡Les envío un fuerte abrazo, mis amores!

 

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